“Y hasta un desconocido que cruzó el corredor
arrojó un pucho con visible intensión polémica…”
Conrado Nalé Roxlo
Ella gravita en la espesa atmósfera somnífera de la clase. Una voz estentórea resquebraja ese estado matutino, indefinido por antonomasia, en el que se está y no está al mismo tiempo. Ese estado de estoico y resignado cuerpopresentismo, estado que se define como escisión de la mente, respecto al tiempo y espacio concreto en que el cuerpo ocupa un pupitre. La mente divaga, así, en un fluir aleatorio de cavilaciones etéreas.
-Como ven…la historia comienza in media res -dice la voz-, ya saben lo que significa, no?-.
Efectivamente, no es la primera vez que escucha esto. Evocación rimbombante, redundante, hastiante de otras voces académicas: -en estas obras de teatro del siglo de oro español, suele aparecer, sobre el final, in media res (en el medio de los hechos), un deus ex machina (Dios en la máquina), figura investida de autoridad cuya única función es la restitución del orden en un contexto caótico; porque, recordemos, estos escritores, desde sus obras, no podían ir en contra del statu quo-
Sigue durmiendo con los ojos abiertos, imperturbable exteriormente.
-¿Cómo, un personaje que no entiende nada porque brilló por su ausencia en toda la obra, puede tener el tupé de aparecer en la escena final para opinar y/u ordenar a los otros lo que deben hacer? Inconcebible!-Piensa-. Debería haber alguno que murmure codeando al del lado: -Qué onda éste, compañero?-; otro de más allá: -sí! Quién lo auspicia?; otro más exaltado: Me importa un pito que sea rey! Y un grito unánime… excelso…que cierre la obra: Capotón furioso al impune!-imagina con una sonrisita maliciosa-.
-In media res parece una categoría abstracta, meramente literaria, pero no, es bastante concreta y amplia -piensa y redefine- es una modalidad del ser; una forma de aparecer; una forma, casi siempre fortuita, de estar. Marx era un teórico inmediaresista, por ejemplo, desde el momento en el que plantea que cuando nacemos aterrizamos, cual incautos y sonrientes paracaidistas que no ven que abajo justamente hay un campo de espinas, en medio de este sistema nefasto plagado de instituciones, de formas de organización que se fundaron sin consulta previa y a pesar nuestro, los recién llegados a este mundo (seguro, desde algún lugar, aplaude a Lebón cada vez que canta: Estoy parado en el medio de la vida). Y cuando levantamos el disconforme puño renegado, nos miran y nos juzgan con recelo arqueando las cejas como si fuéramos unos colados en una fiesta donde, desubicadamente, pretendemos cambiar la música porque “nos parece”, cuando innegablemente “es”, un bajón-.
-La Biblia –recuerda- intenta anular esta modalidad con el génesis, pero resulta que hace agua por donde se lo vea porque el origen es ininteligible, de lo contrario tendríamos respuesta a preguntas como: ¿Cuánto tiempo le llevó a Dios tener la idea de crear?¿qué hizo todo ese tiempo en la oscuridad? Misterio, es la respuesta frecuente y poco feliz para mi gusto, y por esto mismo insuficiente. Ergo, todas las historias comienzan en el medio, hasta la historia de Dios. Tal vez Dios era un empresario, capo en el negocio de la compra/venta de planetas, pero no convenía a los fines contar esta parte de la historia, como pasa con la historia de los hombres también, tachándola de irrelevante. Irrelevante para quién? Qué buena pregunta!-
-In media res, llegamos a la vida de los otros también, en un plano más humano y verificable, de la misma manera que los otros llegan a la nuestra. Somos todos extras ad honorem circulando escenográficamente en las vidas ajenas, muchas veces sin ser conscientes plenamente de ello, tratando a capa y espada de desmentir el fatalismo de asumir que uno es el extra en la propia vida de uno, como hacía decir ese escritor chileno, Alberto Fuguet, a un personaje suyo…tristísimo!.-
-¿Quién es protagonista y quién es comparsa?, decía un crítico por ahí…y nos estresamos toda la vida tratando de no ser comparsa, inmersos y enajenados en la búsqueda equivocada, porque tenemos bien metidita la estructura jerárquica y exitista en el marote, siempre queriendo estar a la cabeza, en la cumbre del estrellato cotidiano…cuando, en realidad, la posta es otra: el protagonismo de las comparsas.-
-In media res llega la gente con el dedito ordenador en alto a decir qué es lo que tiene que hacer uno. Lo único que faltaba! Efímeros peatones opinólogos, psicoanalistas amateurs, consejeros autoconvocados! Deus ex machinas que se creen en el derecho de juzgar, a partir de unas pocas y generales premisas horoscoperas. Que las entidades metafísicas nos libren de estos infames seres!-.
-Y pensándolo en el campo de las banalidades -reformula- aunque pensándolo bien, la banalidad es relativa a los sujetos ya que para algunos constituye un verdadero dramón que por ejemplo un desconocido te abra la puerta del baño mientras estirás el haragán nerviosamente para trancarla. Ni hablar de cuando dicho haragán no existe y la puerta está lejos, y el inoportuno llegando in media res, claro está, te ve en el interín casi de rodillas y con los pantalones bajos gritando: ¡ocupado!. Luego de esa secuencia muchos pensaron en el auto-exilio o en las cirugías estéticas-
-El que llega In media res, puede ser también, siguiendo este pensamiento, un coleccionista de imágenes a veces clandestinas, es un oportuno que llega en el momento justo y es una desgracia para algunos. Es el deus ex machina que dando la cana, agarrando con las manos en la masa, encontrando in fraganti a la gente, lejos de solucionar las cosas, las empeora, agregando más caos al caos, expandiendo la ruina por doquier, y adquiriendo automáticamente la potestad del chantaje y la extorsión. No es tan loco si tenemos en cuenta la confusión de una profesora que preguntaba: “¿Cómo es: in media res o in medias red? Y alguien dudando respondía: “y bueno…eso depende…”Hay gente que tiene la capacidad de aterrizar en las medias red de otra gente como así también hay gente que confunde a otra gente con una media res, o sea, un pedazo de carne y a su vez, hay gente que puede llegar in media res de todo esto barrocamente…pero estos son solos meros juegos del lenguaje que aportan minimamente a la cuestión-.
-In media res en este preciso momento, veo casuales ingresando al aula histriónicamente en puntas de pie por la puerta de atrás, con el supuesto afán de sacar bancos sin perturbar la clase, y sin embargo, paradójicamente, hacen todo el ruido del mundo y encima hacen: shhhhh a los bancos, queriendo echarles la culpa, con este gesto, a dichos objetos inertes, tal como hacen los borrachos cuando entran en las penumbras destrozando todo a su paso despertando más todavía a todos los que se encuentran en la casa cuando no es la idea, quedando en evidencia con cara de: “ni modo, que ni me importa”, y retirándose luego-.
-In media res es, sin duda –sentencia- una categoría dinámica por definición, fluctuante, escurridiza, evanescente. Tiene que ver con el sentido de ubicuidad. Conflictúa las leyes de casualidad y causalidad: No sabemos, a ciencia cierta, si el deus ex machina es un gran casual o es un causal calculador, manipulador, un vivo criollo profesional en el arte de las apariciones…es en definitiva…
Interrupción altamente reveladora: Una puerta explota violentamente contra la pared. Sonido análogo a una reposera que se cierra (roguemos por favor que ningún dedo haya quedado cautivo). En diferido llega la mano ejecutora -¿cuántas ejecuciones tendrá en su haber?-. Ríe por dentro: imagina la respuesta. Aparece una boca, jerárquicamente superior a la suma de todos los cuerpos presentes (incluso el de aquel despeinado tembloroso que está al lado del pizarrón con la mano en el pecho, respirando con la boca abierta por el susto), que a los gritos anuncia, escupiendo a todos los de la primera fila: -van a tener que leer solos tales y tales textos por que hubo paro y no podemos perder tiempo- y, sin más, se retira.
Sus ojos brotan de un lagañoso crepitar de pestañas adormecidas. Sonrisa incipiente. El aula se llena de humo. No ve ni al que está al lado. Un sonido escalofriante disipa la espesa bruma levemente: iji-iji-iji. Agudas rueditas carentes de aceite, sobre las cuales se erige una improvisada estructura hecha con fierros oxidados de sillas tambaleantes: precaria réplica tercermundista del teatro isabelino. Desde las literales alturas ahora, se cierne ese rictus maléfico y monárquico. Emite su parlamento habitual. Se retira haciendo marcha atrás iji-iji-iji (bruma de telón) y se cierra la puerta. Carcajadas. Miradas inquisidoras de los escupidos de la primera fila que giran rápidamente sobre su eje en 180º.
-Definitivamente aplicable-piensa-.
Conrado Nalé Roxlo
Ella gravita en la espesa atmósfera somnífera de la clase. Una voz estentórea resquebraja ese estado matutino, indefinido por antonomasia, en el que se está y no está al mismo tiempo. Ese estado de estoico y resignado cuerpopresentismo, estado que se define como escisión de la mente, respecto al tiempo y espacio concreto en que el cuerpo ocupa un pupitre. La mente divaga, así, en un fluir aleatorio de cavilaciones etéreas.
-Como ven…la historia comienza in media res -dice la voz-, ya saben lo que significa, no?-.
Efectivamente, no es la primera vez que escucha esto. Evocación rimbombante, redundante, hastiante de otras voces académicas: -en estas obras de teatro del siglo de oro español, suele aparecer, sobre el final, in media res (en el medio de los hechos), un deus ex machina (Dios en la máquina), figura investida de autoridad cuya única función es la restitución del orden en un contexto caótico; porque, recordemos, estos escritores, desde sus obras, no podían ir en contra del statu quo-
Sigue durmiendo con los ojos abiertos, imperturbable exteriormente.
-¿Cómo, un personaje que no entiende nada porque brilló por su ausencia en toda la obra, puede tener el tupé de aparecer en la escena final para opinar y/u ordenar a los otros lo que deben hacer? Inconcebible!-Piensa-. Debería haber alguno que murmure codeando al del lado: -Qué onda éste, compañero?-; otro de más allá: -sí! Quién lo auspicia?; otro más exaltado: Me importa un pito que sea rey! Y un grito unánime… excelso…que cierre la obra: Capotón furioso al impune!-imagina con una sonrisita maliciosa-.
-In media res parece una categoría abstracta, meramente literaria, pero no, es bastante concreta y amplia -piensa y redefine- es una modalidad del ser; una forma de aparecer; una forma, casi siempre fortuita, de estar. Marx era un teórico inmediaresista, por ejemplo, desde el momento en el que plantea que cuando nacemos aterrizamos, cual incautos y sonrientes paracaidistas que no ven que abajo justamente hay un campo de espinas, en medio de este sistema nefasto plagado de instituciones, de formas de organización que se fundaron sin consulta previa y a pesar nuestro, los recién llegados a este mundo (seguro, desde algún lugar, aplaude a Lebón cada vez que canta: Estoy parado en el medio de la vida). Y cuando levantamos el disconforme puño renegado, nos miran y nos juzgan con recelo arqueando las cejas como si fuéramos unos colados en una fiesta donde, desubicadamente, pretendemos cambiar la música porque “nos parece”, cuando innegablemente “es”, un bajón-.
-La Biblia –recuerda- intenta anular esta modalidad con el génesis, pero resulta que hace agua por donde se lo vea porque el origen es ininteligible, de lo contrario tendríamos respuesta a preguntas como: ¿Cuánto tiempo le llevó a Dios tener la idea de crear?¿qué hizo todo ese tiempo en la oscuridad? Misterio, es la respuesta frecuente y poco feliz para mi gusto, y por esto mismo insuficiente. Ergo, todas las historias comienzan en el medio, hasta la historia de Dios. Tal vez Dios era un empresario, capo en el negocio de la compra/venta de planetas, pero no convenía a los fines contar esta parte de la historia, como pasa con la historia de los hombres también, tachándola de irrelevante. Irrelevante para quién? Qué buena pregunta!-
-In media res, llegamos a la vida de los otros también, en un plano más humano y verificable, de la misma manera que los otros llegan a la nuestra. Somos todos extras ad honorem circulando escenográficamente en las vidas ajenas, muchas veces sin ser conscientes plenamente de ello, tratando a capa y espada de desmentir el fatalismo de asumir que uno es el extra en la propia vida de uno, como hacía decir ese escritor chileno, Alberto Fuguet, a un personaje suyo…tristísimo!.-
-¿Quién es protagonista y quién es comparsa?, decía un crítico por ahí…y nos estresamos toda la vida tratando de no ser comparsa, inmersos y enajenados en la búsqueda equivocada, porque tenemos bien metidita la estructura jerárquica y exitista en el marote, siempre queriendo estar a la cabeza, en la cumbre del estrellato cotidiano…cuando, en realidad, la posta es otra: el protagonismo de las comparsas.-
-In media res llega la gente con el dedito ordenador en alto a decir qué es lo que tiene que hacer uno. Lo único que faltaba! Efímeros peatones opinólogos, psicoanalistas amateurs, consejeros autoconvocados! Deus ex machinas que se creen en el derecho de juzgar, a partir de unas pocas y generales premisas horoscoperas. Que las entidades metafísicas nos libren de estos infames seres!-.
-Y pensándolo en el campo de las banalidades -reformula- aunque pensándolo bien, la banalidad es relativa a los sujetos ya que para algunos constituye un verdadero dramón que por ejemplo un desconocido te abra la puerta del baño mientras estirás el haragán nerviosamente para trancarla. Ni hablar de cuando dicho haragán no existe y la puerta está lejos, y el inoportuno llegando in media res, claro está, te ve en el interín casi de rodillas y con los pantalones bajos gritando: ¡ocupado!. Luego de esa secuencia muchos pensaron en el auto-exilio o en las cirugías estéticas-
-El que llega In media res, puede ser también, siguiendo este pensamiento, un coleccionista de imágenes a veces clandestinas, es un oportuno que llega en el momento justo y es una desgracia para algunos. Es el deus ex machina que dando la cana, agarrando con las manos en la masa, encontrando in fraganti a la gente, lejos de solucionar las cosas, las empeora, agregando más caos al caos, expandiendo la ruina por doquier, y adquiriendo automáticamente la potestad del chantaje y la extorsión. No es tan loco si tenemos en cuenta la confusión de una profesora que preguntaba: “¿Cómo es: in media res o in medias red? Y alguien dudando respondía: “y bueno…eso depende…”Hay gente que tiene la capacidad de aterrizar en las medias red de otra gente como así también hay gente que confunde a otra gente con una media res, o sea, un pedazo de carne y a su vez, hay gente que puede llegar in media res de todo esto barrocamente…pero estos son solos meros juegos del lenguaje que aportan minimamente a la cuestión-.
-In media res en este preciso momento, veo casuales ingresando al aula histriónicamente en puntas de pie por la puerta de atrás, con el supuesto afán de sacar bancos sin perturbar la clase, y sin embargo, paradójicamente, hacen todo el ruido del mundo y encima hacen: shhhhh a los bancos, queriendo echarles la culpa, con este gesto, a dichos objetos inertes, tal como hacen los borrachos cuando entran en las penumbras destrozando todo a su paso despertando más todavía a todos los que se encuentran en la casa cuando no es la idea, quedando en evidencia con cara de: “ni modo, que ni me importa”, y retirándose luego-.
-In media res es, sin duda –sentencia- una categoría dinámica por definición, fluctuante, escurridiza, evanescente. Tiene que ver con el sentido de ubicuidad. Conflictúa las leyes de casualidad y causalidad: No sabemos, a ciencia cierta, si el deus ex machina es un gran casual o es un causal calculador, manipulador, un vivo criollo profesional en el arte de las apariciones…es en definitiva…
Interrupción altamente reveladora: Una puerta explota violentamente contra la pared. Sonido análogo a una reposera que se cierra (roguemos por favor que ningún dedo haya quedado cautivo). En diferido llega la mano ejecutora -¿cuántas ejecuciones tendrá en su haber?-. Ríe por dentro: imagina la respuesta. Aparece una boca, jerárquicamente superior a la suma de todos los cuerpos presentes (incluso el de aquel despeinado tembloroso que está al lado del pizarrón con la mano en el pecho, respirando con la boca abierta por el susto), que a los gritos anuncia, escupiendo a todos los de la primera fila: -van a tener que leer solos tales y tales textos por que hubo paro y no podemos perder tiempo- y, sin más, se retira.
Sus ojos brotan de un lagañoso crepitar de pestañas adormecidas. Sonrisa incipiente. El aula se llena de humo. No ve ni al que está al lado. Un sonido escalofriante disipa la espesa bruma levemente: iji-iji-iji. Agudas rueditas carentes de aceite, sobre las cuales se erige una improvisada estructura hecha con fierros oxidados de sillas tambaleantes: precaria réplica tercermundista del teatro isabelino. Desde las literales alturas ahora, se cierne ese rictus maléfico y monárquico. Emite su parlamento habitual. Se retira haciendo marcha atrás iji-iji-iji (bruma de telón) y se cierra la puerta. Carcajadas. Miradas inquisidoras de los escupidos de la primera fila que giran rápidamente sobre su eje en 180º.
-Definitivamente aplicable-piensa-.
kill Bill
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