jueves, 7 de octubre de 2010

Entremeses académicos

Para entender lo que pasa ahí dentro
Tenés que ponerte un casco virtual
Eduardo V.

Como todos sabemos, la facultad es un escenario muy complejo. Hace un tiempo que quiero escribir sobre todo lo que pasa, sobre todo lo que vengo viendo, pero el material es muy vasto. Razón x la cuál, no me queda otra alternativa que fragmentarlo y en todo caso, aglutinarlo en ciclos temáticos: ardua tarea. Arranco con el ciclo de los entremeses, entendiendo x estos breves piezas cómicas de entretenimiento que hacen las veces de intermedio entre acto y acto. Es medio inconcebible para una mente sana que esto que relataré ocurra en el campo de la realidad, pero fue así, le pese a quien le pese. Y a tal punto es así que incluso pongo en duda esta última categoría. Pero, ¿quién está a salvo de la locura? No pediré que arrojen piedras xq moriré lapidada en vano ya que la gente, x lo general, tiende a la negación. Arranco pues.
Estábamos en reunión de instituto, todos con gesto de introspección intelectual de ceño fruncido, de vidrios de anteojos que estallan de libros, de puño cerrado sosteniendo el mentón o cuatro dedos soportando la ancha frente -por las dudas a las ideas se les ocurra saltar al vacío sin aviso-mirando sin mirar los caminitos negros y horizontales de las hojas. Un silencio erudito y reflexivo lo inundaba todo, salvo por la voz de alguien que se prestó de médium del frankfurtiano Walter Benjamín, hasta que irrumpió una señora de otra cátedra. Abrió la puerta, nos miró a todos con cara de incontenible exclusividad sin reparar en interrupción alguna, la suya misma, sin importarle nada y sin contexto alguno, así, sin asco la tiró: -¿vieron que Karina Jelinek se desmayó anoche en bailando por un sueño? Parece que esa chiquita no come bien, debe estar anémica-. Aquello detonó como una bomba abominable instalando un doloroso silencio sepulcral. Miradas desconcertadas, algunas buscando complicidad, otras el piso para no descuartizar el aire a carcajadas, otras irritadas acribillando por arriba de los anteojos a aquella ilustrada kamikaze. Dijo un par de cosas más y se retiró cual deux ex machina. La atmósfera, luego de tamaño entremés, no pudo ser la misma nunca más, aunque todos fingíamos que sí.
A veces pienso que el instituto es en verdad "la peluquería de Don Mateo" donde todo el tiempo llega alguien haciendo este tipo de comentarios, desplegando a los cuatro vientos apreciaciones de índole diversa, arrojando despóticamente diagnósticos sobre diversos planos de la realidad y retirándose luego, sin más. El instituto deviene pista de aterrizaje de insólitos y casuales seres, paracaidistas autoconvocados todos ellos, por los cuáles uno se va enterando de cómo anda la facultad, la carrera, los personajes mediáticos -los de la tele y también los de la facultad-, cuáles son las internas, quién detesta a quién, quién tiene un pasado oscuro, etc.. Como digo, la gente simplemente deposita a pesar de tu consentimiento o no y de manera catártica, cuasi-terapéutica, lo que se le viene a la mente, así, sin filtro. Que esto sea pensable me confunde volviéndose todo onírico y ya no se cuál de las 2 cuestiones es una gran simulación, ser intelectual o ser cholulo, o si son cuestiones complementarias ¿cholulismo académico?. Y a decir verdad, poco me interesa tal delimitación, simplemente agradezco ser testigo de tales delirios para poder difundir estás pintorescas impunidades cotidianas que mal q mal, si hay que verle algo positivo y en su justa medida, “nos salva” del apestoso acartonamiento letrado.
Pero como no es tan simple esto de las cuestiones categóricas, resulta que descubrí esta mañana también que no hay un solo tipo de entremés. No existe sólo aquel que uno pasivamente espera que se desarrolle, sino que muchas veces sin querer uno va en búsqueda activa del mismo, algo así como un entremés rozando el hapening vanguardista, o la manifestación de arte efímero. Ejemplo de este, lo acontecido:
Una de mis jefas me dijo que la acompañara a posgrado a dejar unos papeles. Doblamos por el pasillo. Saludé y salí a la puerta a esperar que saliera. Miré a la izquierda donde el pasillo remata en un espacio verde y vi mucha gente amontonada y otros que entraban volviendo por el pasillo con gesto incrédulo. Me acerqué para ver de qué se trataba y vi lo siguiente: los no-docentes de la facultad haciendo gimnasia al aire libre con un entrenador que los iba guiando en ejercicios de relajación, inspirando y expirando en un paisaje sumamente bucólico rodeados de árboles y cantos de aves silvestres. El detalle? Nadie tenía ropa de gimnasia, todos estaban trajeados o con ropa de trabajo.
Y no podemos tampoco dejar de mencionar, y de incluir en una categoría intermedia entre estas dos, el entremés inmutable, la farsa consolidada como parte ya del paisaje como es “la pecera” que esta delante de la facultad. Para quienes no conocen o no se percataron, es un espacio anexo sobre el pasillo central de la facultad, vidriado todo del tamaño de una pequeña habitación, así llamada x la similitud de su estructura con esta, una especie de vidriera burocrática dentro de la cuál hay un hombrecito sentado en un escritorio con cara de abrumador aburrimiento. Si uno pregunta nadie sabe para qué está él ahí, ni qué función cumple ese “kiosco”. Algunos dicen q es para dejar los objetos perdidos pero nunca conocí a nadie que deje o busque nada. Para mi es simplemente una alegoría del estancamiento, uno de los tantos significantes gravitantes.
Ergo: vivimos inmersos irreflexivamente en un compendio encadenado de entremeses académicos y es hora ya de traerlos a la conciencia, no sé para qué pero creo que hay que hacerlo.

Kill Bill

5 comentarios:

El Gaucho Santillán dijo...

La vida acadèmica, està llena de esas cosas, Kill Bill.

yo di clases durante seis meses, y abandonè. no me lo banco.

No me banco al mediocre con ìnfulas. Al buròcrata, al pelotudo obsecuente, ni nada.

Es que la gente es estùpida, Kill Bill, y eso no cambia con los grados acadèmicos.

saludos

Kill Bill dijo...

Si, ya sé gaucho, comparto esto q decis pero antes q ulserarme prefiero reirme, tal vez con el paso de los años me corroa la amargura y no aguante más y me haga anacoreta y me vaya a vivir en el medio del monte con un lumpen (bastante posible). Pero x ahora, y pese a todo, decidi creer. Creer en el cambio microscópico desde adentro con mis tallercitos de pinche ayudante estudiantil q se acaba en octubre, luego de 2 años de idealismo; y creer q si no estoy yo y mucha gente q conozco, si no ocupamos y disputamos lugares, sentidos, haciendo la diferencia de alguna forma, estaríamos fomentando q los sigan ocupando otros hijos de puta reproductores del pedorro discurso hegemónico. Pero la lucha debe ser una lucha alegre, sino se torna insoportable.
abrazo
p/d: cada cual lucha como puede viste?

Dany dijo...

"... ni a irse ni a quedarse:
sólo a resistir"

Vos decís algo que para mí es la clave: cada quien lucha como puede.
Eso sí, que sea alegre. Que sea rock.

Saludos

El Gaucho Santillán dijo...

Bueno, ahora, a escribir algo, che!!!

Kill Bill dijo...

Si gaucho, tenés razón ahi fue con fundamento y todo de porqué me perdí, jajaja
abrazo