jueves, 1 de junio de 2017

El lugar de los cuerpos

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Vi este video que linkeo arriba, de la performance que hicieron en Buenos Aires un grupo de mujeres frente al Congreso como campaña contra los femicidios; y no pude parar de llorar, de principio a fin. Pienso que si lo veía a los 17 por ejemplo, no hubiese sido esta mi reacción. Creo que me hubiese horrorizado también como muchos, porque en mi pesaba enormemente en ese entonces el tabú sobre el cuerpo, la concepción de que es algo impuro, vergonzoso, que debe esconderse, o una ofrenda para el único tipo con el que estaría toda mi vida; producto de una formación en un colegio de monjas y en una familia patriarcal. Quiero decir que la misma cantidad de años me ha llevado ir desmontando esa matriz y creo que aún me falta mucho, porque no basta con el discurso, porque esa matriz te impregna hasta el alma, y esta sociedad se encarga de fosilizarla. No ha sido fácil, pero hubo en mí una apertura a pensar, repensar, y poner en duda todo, afrontar las consecuencias del derrumbe de todo mi sistema de creencias, gracias siempre a un entorno sensible y pensante que sigue acompañando este proceso liberador que parece no tener fin. Digo esto porque a pesar de pensar como pienso, no soy capaz todavía, y no sé si algún día lo seré, de hacer lo que hicieron estas mujeres, con ese nivel de empoderamiento y coraje. 
Muchos de los comentarios que he leído sobre esta performance, decían que estas mujeres son "sucias", "locas", "desubicadas" por estar desnudas. Sucias porque muestran su cuerpo y el cuerpo parece ser algo sucio. El cuerpo es limpio cuando es privado, cuando nadie lo ve, o cuando lo ve el “propietario”, perdón, el marido. O sea que sólo un hombre es quién otorga un atributo positivo a tu cuerpo. Sin embargo, hemos venido a este mundo desnudas. La desnudez es lo natural, no la vestimenta. Hemos creado la vestimenta en los primeros tiempos con fines prácticos, para protegernos del frío y del entorno, e identitarios, para distinguirnos de otros grupos o tribus. El cuerpo era cuerpo. Luego vino la carga simbólica negativa, con los dogmas religiosos, y ha sido capitalizado por los sectores dominantes como una forma de organización y de control. Era útil para el orden crear el sentido de un cuerpo obediente, no guerrero, no virulento, un cuerpo tributario, un cuerpo disciplinado.
Por eso todo aquel cuyo cuerpo se "des-ubica", es decir, se sale de su ubicación asignada y la cuestiona, es llamado "loco", en tanto la locura se afilia a la enfermedad, a un pensamiento delirante, irreal, inconcebible. La locura funciona así como una categoría estigmatizante, como un mecanismo para inhabilitar, desestimar, acallar, y aplicada principalmente a homosexuales y mujeres. De ahí que así se las llamaron a las madres de plaza de mayo cuando salieron al espacio público y no se quedaron en sus casas en silencio, invisibles, “desaparecidas” de la escena social como sus hijos, esperando que un Estado de facto se los devuelvan cuando se le de la gana. De ahí que así se las llama hoy a estas mujeres de la performance, porque no se quedaron escondidas en sus casas y en sus ropas, esperando que el Estado brinde amparo a las mujeres ante una sociedad patriarcal violenta y homicida. Ese es el costo de tomar la voz y el propio cuerpo. Y lo peor es que no lo hace el poder hegemónico sino sus voceros, gente común, que repite como zombie, cosas que no pensó demasiado.
He leído tipos llamando "arrechas" a estas mujeres por salir desnudas y pienso que es una proyección inquietante de sus propias miradas morbosas y acríticas, porque "todo cuerpo que no es para consumo, incomoda", como he leído por ahí, porque los cuerpos femeninos sólo son para consumir y coger; sino no se explica cómo es que yo sólo veo cadáveres, veo lo mismo que vi en la película “Irreversible” de Gaspar Noe, siento la misma profunda pena por un cuerpo que brutalmente deja de ser sensual para ser un despojo humano, tras esa escena insoportable y nauseabunda de la violación en tiempo real. Nunca más pude ver de nuevo esa película. Si en esa escena seguís pensando sexualmente el cuerpo de Mónica Bellucci, no estás bien. Los cuerpos no siempre son sexuales. Hay contextos. Decir esto es no entender nada, es no sentir nada, mucho menos el arte.
He pensado en su momento para qué sirve tanta violencia en el arte, para qué lo explícito, qué hay después de la muerte de la metáfora. Y ahora hace poco, a raíz de unas lecturas, “Niño proletario” de Osvaldo Lamborghini, “las cosas que perdimos en el fuego” de Mariana Enríquez, entre otros textos escandalosos, hemos hablado de nuevo con unos amigos sobre esto. Tal vez sea necesaria la total literalidad, la tortura y la violación de un niño, mujeres que se prenden fuego antes que los hombres lo hagan, mujeres que se desnudan y se apilan como cadáveres, para producir un cimbronazo, porque la sutileza al parecer se volvió ineficaz, y la crudeza es lo que realmente incomoda. “El arte es incómodo y está bien que así sea”, decía Susy Shock, coplera trans, hace unas semanas cuando estuvo acá en Tucumán. Si no hace eso, si no nos hace pensar, entonces qué función tiene? La contemplación por la contemplación misma ya no sirve, nunca sirvió el placer estético, no hay tiempo para eso. Esa pila de mujeres desnudas emulando pilas de judíos masacrados en Auschwitz, recreando la abominable repetición histórica; al parecer no genera tanta piedad como la segunda porque ellas están vivas. Y esa sospecha horrorosa existe en la realidad y no en una ficción de performance.
Algunos dijeron que no es el lugar y que no es la forma, quisiera saber cuál es el lugar si no la calle donde se conquistaron históricamente derechos, porque hasta donde yo sé, ninguna revolución se hizo desde la comodidad del hogar; quisiera saber cuál es la forma civilizada en un estado de barbarie, abandono y patriarcado extremo, en un estadio de genocidio de mujeres. No es posible que no podamos ver los cuerpos desnudos como algo natural, no puede ser que nos escandalicen más los cuerpos vivos que los cuerpos muertos, no puede ser que seamos tan hipócritas cuando desnudos hay en todas las manifestaciones artísticas desde el principio de los tiempos, y hay en los programas chabacanos de la televisión y en las revistas para hombres, y no puede ser, de última, que no podamos ver más allá de los cuerpos, que no podamos registrar el hecho artístico, y el hecho artístico como una herramienta para construir una conciencia. Inconcebible es esta matanza impune. Tengo el corazón y el intelecto estrujado ante tanta insensatez. Estamos enfermos de patriarcado. Hombres y mujeres debemos todos dejar de reproducir juzgamientos y pelear todos juntos por el derecho a vivir y por la libertad. Qué más hace falta? Basta ya.

Kill Bill

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