Nuestro
silencio era rotundo, solemne. Era nuestro mundial. Veíamos, con los ojos cristalizados y enormes, a todas esas actrices
ahí reunidas. Nos llenamos de emoción,
como el día en que se debatió la despenalización del aborto en la legislatura y en el senado y las
tres sentimos el impulso de comentar inmediatamente lo mismo: ¿se dan cuenta de
que esto es histórico, de que en el futuro vamos a decirle a nuestras sobrinas,
hijas, nietas: mirá, yo vi eso, yo estuve ahí, yo luché por esto? Se dan cuenta
que esta imagen tiene la fuerza de la imagen de Storni rompiendo con su
presencia aquel cenáculo de hombres que se venían apropiando de la escritura, de la palabra; de la de las madres de Plaza de Mayo pidiendo a
gritos ayuda en los medios internacionales para encontrar a sus hijes
desaparecides? Todas intrusas, locas, mentirosas.
Las actrices
iban pasándose el micrófono y leyendo entre todas una denuncia que era
individual pero también colectiva. Una voz entramada de muchas voces. Voces
hechas de muchos tiempos y geografías. Esas voces que leían eran también las
voces vivas agazapadas en las sombras que aún no hablaron por miedo y por culpa,
las voces de las muertas que denunciaron miles de veces hasta que las callaron
bajo tierra y las voces de las muertas que no pudieron hablar en vida y se
llevaron las verdades a la tumba.
Pero la tierra
tiembla, porque hay voces que vienen de lejos y las vivas las escuchamos con el
cuerpo, las sentimos. Entendimos por fin que la única forma de enfrentar este
atropello histórico abominable es con organización y tenacidad. Por nosotras.
Por ellas. Cueste lo que cueste. Así sea dejarlo todo y decir NO, hasta acá
llegaron, desde los micromachismos hasta los femicidios. Decir NO y clavar los
talones en el suelo y apretar los puños y pasar del “paren el mundo que me
quiero bajar!” al “bájense ustedes ¿por qué yo me tengo que ir si yo no hice
nada malo? Váyanse ustedes!”. Defender los espacios con uñas y dientes. Defender
la historia. Parece mentira que hayamos aguantado tanto.
Estoy tan
emocionada, tan llena de bronca y de orgullo a la vez, que por ahora sólo puedo
decir esto, contar esto. Que mi vínculo con las mujeres que me rodean ha cambiado enormente gracias a este despertar masivo. Que de esta ola verde no me pienso bajar porque me/nos dio la fuerza y las palabras precisas para nombrar una forma especifica de desigualdad que es transversal a las clases: el patriarcado. Luego vendrá un análisis más profundo sobre lo que implica vivir esta
transición, con nuestras historias personales y colectivas, con las
contradicciones que nos atraviesan como sujetos históricos. Y para eso vamos a tener que
ser fuertes y enfrentar lo incómodo porque sólo así se avanza, porque negar
y ser políticamente correctes nos estanca y atrasa.
#AgarratePatriarcadoQueTeVamosAVoltear
#QuéArda
#MiraCómoNosPusimos
1 comentario:
Buscaba otra cosa relacionada con Kill Bill y me encontré con esto. Curioso, como pasa el tiempo.
Sigan así, chicas, o chices. Que la victoria está más cerca.
Una pena saber cuanta injusticia hay que callar, y una alagría ver que se pueda cambiar.
En fín, un saludo noctambulo. Buenas noches!
Publicar un comentario